Queridos hermanos:
El camino de conversión ha sido duro y exigente, pero a la vez lleno de gracia y esperanza.

Muy cercanos a la Semana Santa comparto tres puntos centrales de esta reflexión.

«El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él» (Jn 11,10 ). Iluminado por estas palabras comparto el primer punto. Jesús se revela como el señor de la vida y la muerte, quien permanece en El vivirá. No entendamos esto solo en sentido existencial, sino en el sentido espiritual. ¿Mis palabras, mis pensamientos y obras permiten caminar en la luz? ¿ Me siento muerto espiritualmente al no tener a Jesús entre mi vida?

El segundo punto es la fe de Martha. Una vez que sale al encuentro de Jesús, de haber reclamado, de haber dirigido su súplica hace un acto de fe aún cuando no entendía el significado de la resurrección: «Sé que resucitará…» (Jn 11 23, ). Hermanos, Jesús derrumba el muro de la muerte y es en esta Cuaresma que pedimos que derrumbe el muro de nuestra muerte espiritual que nos hace caminar en la oscuridad y tropezar con el pecado. El Señor nos pregunta: «¿Crees eso? (Jn 11,26).

Finalmente, la humanidad de Jesús reflejada en el sufrimiento y el dolor son una enseñanza profunda para mostrarnos que debemos ser solidarios ante el dolor de los demás. Jesús es el Dios que llora con los que lloran, que sufre con los que sufren, es el Dios solidario y compasivo con los hombres.

El gesto de Jesús muestra hasta dónde puede llegar la fuerza de la Gracia de Dios. Pidamos al Señor que su gracia sea la que nos conduzca a vivir con esperanza la Pascua.


Con mi cariño y bendición
Pbro. Renato Pompa Izaguirre