Queridos hermanos:

La reflexión de este domingo se centra en la gracia y el don de Dios. Y a la luz de este pasaje comparto tres puntos que nos sigue preparando para nuestra Pascua.

El primer punto se centra en el diálogo y encuentro entre Jesús y la samaritana. Sin duda alguna, la mujer escucha abierta y atentamente a Jesús mientras le hace preguntas sobre su fe y esperanza; cuanto más habla con el Señor más acrecienta su comprensión hasta que ve la verdad en toda su extensión: Jesús es el Mesías.

¿En mi vida de oración y de encuentro estoy atento y abierto, con un corazón sincero, a las palabras del Señor?

El texto evangélico dice que «la mujer dejó su cántaro…» (Jn 4,28) Dejar el cántaro simboliza la completa entrega al llamamiento de seguir a Jesús. La vida cristiana no solo implica un encuentro profundo con el Señor, sino que transciende a un discipulado, de anunciar y dar a conocer a Aquel que es el Agua de la Vida: Jesús. ¿Estoy dispuesto a dejar el cántaro de las preocupaciones, de las justificaciones, de los prejuicios, de los obstáculos, de las tentaciones, para dar testimonio de mi encuentro con Jesús?


«Si conocieras el don de Dios» (Jn 4,10) son las palabras que expresa Jesús a la samaritana; Él es “el don de Dios” que la mujer ignora y el agua viva que se hará en ella “fuente que salta hasta la vida eterna” es la gracia espiritual. No olvidemos que Jesús pone en evidencia la sed de la samaritana para que sea consciente de su pecado. La cuaresma, queridos hermanos y hermanas, es el tiempo oportuno para mirarnos dentro, para hacer emerger nuestras necesidades espirituales más auténticas, y pedir la ayuda del Señor en la oración. El ejemplo de la samaritana nos invita a expresarnos así: ‘Jesús, dame de esa agua que saciará mi sed eternamente’” (Jn. 4,15)

con mi cariño y bendición
Pbro. Renato Pompa Izaguirre